VERANO 2010:
En busca del tiempo perdido, Un recorte de vida cotidiana, 1880-1910 /
Expo temporaria en
Apertura al Público:
Sábados y domingos de
Casa Fernández Blanco
Hipólito Yrigoyen 1420
Ciudad de Buenos Aires
Curador:
Patricio López Méndez
Diciembre, enero y febrero
sábados y domingos de
Hipólito Yrigoyen 1420
Entrada Libre y Gratuita
Recorrer las habitaciones de la mansión decimonónica que perteneció a Don Isaac Fernández Blanco y su familia, constituye un viaje para la imaginación y los sentidos y permite vislumbrar el modo de vida de las familias tradicionales porteñas a finales del siglo XIX y pricipios del XX.
En aquel cambio de siglo, vivir a una cuadra de
Como un testimonio de esa época, y dentro de una modernidad que traía la promesa de un progreso ilimitado para todos los que se dispusieran a impulsarla,
Próximamente la restauración de esta casa devolverá a
Mientras tanto, el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco abre excepcionalmente al público las puertas de su otra sede, con el propósito de presentar una exquisita exposición de imágenes antiguas agrupadas en series temáticas, que habiendo sido seleccionadas y copiadas de su fondo fotográfico, amplían y enriquecen la lectura de la vida cotidiana desde
"En busca del tiempo perdido, un recorte de vida cotidiana (1880-1910)" fue inaugurada con una amplia concurrencia de público durante la última edición de
A continuación presentamos algunos de los ejes temáticos de la exhibición:
El alemán Jacobo Peuser llegó con su familia a
Las familias más tradicionales vivían al sur de
En los festejos de 1910, la conmemoración de los eventos de la semana maya quedó relegada por la obsesión de presentar en sociedad una república pujante, abierta a la inmigración calificada y digna de ubicarse en el concierto de las naciones más civilizadas. Para lograr su cometido, la clase dirigente no escatimó medios para modernizar la ciudad que aún guardaba rastros de aldea y se esforzó para ocultar la otra cara, sucia, discriminada, que se hacinaba en los conventillos, que poblaba los burdeles, que se aterraba con “la fin del mundo” y coqueteaba con utopías anarquistas y socialistas. El mundo rural se presentaba de manera idealizada, construyendo una identidad “criolla o gauchesca”, en contraposició
En 1900, la mitad de la población de Buenos Aires era extranjera y desde dos décadas atrás, el arribo sistemático de contingentes ultramarinos no había cejado. Sólo se redujo brevemente durante las dos guerras mundiales, floreció en los períodos de posguerra y se apagó poco a poco, pasada la mitad del siglo XX.
Un flujo más silencioso, pero sostenido, afluía de los países limítrofes o abandonaba el castigado interior del país en búsqueda de una mejor oportunidad en la capital. Desde entonces, las voces, los oficios, las comidas, las luchas sociales y sus legítimos reclamos no serían los mismos, y el inmigrante, aunque nunca fue considerado parte de la historia nacional oficial, se constituyó en el anónimo y multitudinario actor de
Amantes de la realeza, prime donne de la lírica o el teatro, modelos de las casas de alta costura, bailarinas exóticas, divas del café cantante, fue el destino rutilante, muchas veces fugaz, de las más afortunadas.
Gracias a sus talentos tanto como a sus vidas desmesuradas, llegaron a ser tan famosas que podían ser reproducidas en una serie de figuritas de cigarrillos.
Muchas otras, con menos suerte, pasaban de mantenidas a explotadas por los rufianes, culminaban sus vidas en los burdeles de
En vísperas de celebrar un segundo Centenario, nos debemos la interesante tarea de revisar los aciertos y errores del primero, recuperar el espíritu de expectativa y esperanza en el futuro pero, a la vez, no quedar cautivos de la fantasía nostálgica de una riqueza cimentada en la postergación y la exclusión de muchos.
1810 fue el puntapié inicial de una aventura de la que participaron innumerables actores de la más diversa índole, aspiraciones y procedencia, que sumaron al sueño argentino los sueños y frustraciones de un contingente mucho más rico y más diverso. Que el siglo XXI sea el momento ideal para incorporarlos.
Dirección Museo de Arte Hispanoamericano
Lic. Jorge Cometti
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