miércoles, 22 de abril de 2009

Árbol invertido, no. 51

ÁRBOL INVERTIDO, NO. 51

Ya está el número 51 de

Árbol invertido

(www.arbol.cult.cu)

--Número dedicado a la décima malara--

SUMARIO:

Portada:

Muchos mitos rondan a esta estrofa...

Por: Francis Sánchez

La flecha (y) el blanco:

Árbol de Décimas Contemporáneas

Cámara de las balanzas:

Génesis de la décima malara

Por: Fredo Arias de la Canal

Castalia:

Mística pasionaria y Redondillas

Por: Juan de Mal Lara y Vicente Espinel

Diccionario de Poetas:

Juan de Mal Lara / Vicente Espinel

Cuento:

La Calabaza / El sapo que me encontré

Por: Anónimos

Del lobo, un pelo:

Los trágicos amores de Gloria Rangel (Novela en

décimas. Primera parte)

Por: Chanito Isidrón

¡...Especial...!

La gota de Francisco Henríquez

(Extraño caso médico. Expediente en décimas)

Acuse de Recibo:

Libros de Altolaguirre, García Herrera, Granizo... y

una joya del siglo XVIII

Comentados por: Francis Sánchez

MUCHOS MITOS RONDAN A ESTA ESTROFA, la décima, por su protagonismo indudable en el acervo cultural hispano, pavoneándose entre la literatura libresca y la cultura popular y tradicional. Varios de esos mitos ("único caso de estrofa culta que se haya tradicionalizado", "estructura invariable y perfecta que no admite experimentaciones sin ser adulterada", etc.) a veces se justifican con el origen y la historia de la estrofa. Pero lamentablemente los resultados de las investigaciones no llegan a expandirse y transmitirse con la misma celeridad que la poesía oral, por eso determinados errores perviven en la tradición más allá de las demostraciones de los investigadores.

El mito de reconocerle a la décima un nombre tan específico y paradigmático como "espinela", adjudicándole características mucho más precisas y preciosistas que el número de versos fijado desde el simple nombre de "décima", a veces se corrigió determinando que la "espinela" (décima con estructura de rima abbaaccddc y pausa en el cuarto verso) constituiría un momento, una variante particular ensayada con suerte por Vicente Espinel, entre las numerosas combinaciones dadas en un proceso de evolución cuyo desencadenamiento se diluye en los tiempos. Entonces quedaba el mito del hombre tan culto, con tan buen oído, que, así como había agregado la quinta cuerda a la vihuela, fue el responsable de detectar el valor de la décima y desenterrar y engastar en el tiempo esta pepita a través de los Siglos de Oro.

¿Pero qué tenemos, si se descubre que antes de Espinel ya otro poeta culto y con igual acercamiento a las formas de la vida vulgar, paradójicamente había escrito un poema en "espinelas"? Esto hizo Juan de Mal Lara, autor de "La mística pasionaria". El título del único libro de Espinel (Diversas rimas) denuncia el interés del poeta por ensayar todas las rimas que se conocían entonces, como el título de su único poema allí en "espinelas" ("Redondilas") revela la visión de conjunto (y nada específica) que este autor tuvo de las propiedades de esta variante. Por el contrario, la "Mística pasionaria" de Mal Lara, al tiempo que aventaja en cantidad de décimas (14, por sólo 8 las "Redondillas de Espinel) acusa una mayor voluntad de sistematización de los valores compositivos, a través de una recreación dramática y muy bien estructurada del calvario de Cristo, dividida en las estaciones de la pasión.

Por estas razones, hoy muchos poetas y ensayistas cambian el nombre de espinelas por el de malaras. Se juega a seguir recreando los componentes histórico-míticos de la décima, al introducir en el "juego" nuevos datos, hallazgos, reglas tan respetables, mutables y contundentes como puede serlo la verdad histórica. Respecto al asunto del nombre de las espinelas, cuenta a favor de Espinel el hecho de que fueran otros, como Lope de Vega, quienes tuvieran esta iniciativa, y que el éxito conclusivo de esta variante estrófica al final lo exime de responsabilidad tanto a él como a Mal Lara, pues se debió a la sistematización de los grandes poetas de los Siglos de Oro, entre los que no pocos le estaban agradecidos a él, Vicente Espinel, el maestro, el músico, el censor.

La vida y la poesía son mucho más complejas y ricas que la pauta de una rima. No parece tan reluciente y sencillo el mito de un origen en que tenemos a poetas como Lope de Vega dirigiendo orquestalmente el auto de cremación de un hereje, Espinel persiguiendo, censurando y a la vez repartiendo dádivas entre muchos amigos, todos entre sí endilgándose anatemas o halagos, y Juan de Mal Lara, más desconocido y oscuro, por cierto, preso y acusado cierta vez de repartir por la calle versos contra el poder religioso, en que se anunciaba que el anticristo había llegado y estaba en Roma.

 

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