viernes, 18 de abril de 2008

16 DE ABRIL DE 2008 - FORO 177 - ENVIO ESPECIAL 6

16 DE ABRIL DE 2008 - FORO 177 - ENVIO ESPECIAL 6

FORO IBEROAMERICANO DE TEATRO

PARA NIÑOS Y JÓVENES

El Foro Iberoamericano de Teatro para Niños y Jóvenes es una iniciativa de ATINA (Asociación de Teatristas Independientes para Niños y Adolescentes de la Argentina), en respuesta a los objetivos trazados por los representantes de los Centros Nacionales Iberoamericanos reunidos en ocasión del XV Congreso de Assitej Internacional, en el mes de septiembre de 2005, en Montreal, Canadá.

Año 3 N* 177 – ENVIO ESPECIAL 6 – 16 de Abril de 2008

Carlos de Urquiza (Coordinador). Queridos Foreutas. Continuamos con el envió de "Decisión Final". Continuamos esperando los comentarios al respecto pues creemos que estos textos deberían servir de disparador para poder intercambiar pareceres y opiniones diversas.

"DECISIÓN FINAL"

(Apuntes sobre Dirección Teatral y Puesta en Escena en Teatro para Niños y Jóvenes)

EL DIRECTOR Y LA PUESTA EN ESCENA

PRIMERA PARTE

1. Denominamos Puesta en Escena a la tarea del Director de transmutar la inmaterialidad del texto literario a través de la materialización que implica el acto teatral. Con su tarea, el Director, logrará que las imágenes que poseíamos de la obra, inducidos por la magia que provoca el arte de la literatura dramática, se conviertan en datos materiales ciertos.

2. Al transmutar, al materializar, el Director está creando un nuevo objeto artístico, diferente de su antecesor literario, pero que guarda una íntima relación con éste, dado que es el punto de partida y la fuente original de la que se nutre. (1)

3. Cuando leemos "Romeo y Julieta", nuestras imágenes acompañan a Romeo internándose en los jardines de los Capuleto para llegar al balcón de su amada. Es de noche y el peligro acecha el atrevimiento del joven amante. Todas estas imágenes han sido disparadas por la sola lectura: hemos visto a Romeo saltar los muros y a Julieta asomarse el balcón. Al realizar su materialización, es decir, su puesta en escena, el Director deberá al menos superar, con la materia organizada en el espacio escénico en un tiempo preciso (el mismo del espectador), a las imágenes creadas por la más fértil imaginación del lector. Si no es así, si este objetivo no se logra, bueno sería dejarlo en literatura dramática.

4. El autor dramático cuenta con determinados signos (letras, puntos, comas, espacios en blanco, etc.) para transmitirnos la historia que nos quiere contar; todos estos elementos están contenidos en la ínfima materialidad de la hoja de papel. El Director, por su parte, nos contará con sus propios elementos de expresión, para realizar otro tanto a través de la densa materialidad de su puesta en escena.

5. El Director imbricará sus elementos materiales, sus signos expresivos, en un espacio y un tiempo determinado, significándolos de tal manera que expresen adecuadamente las acciones del texto definido por el autor.

6. Son muchos y variados estos elementos a los que estamos haciendo referencia: la escenografía en su conjunto (determinación de un espacio y elección de los elementos que contiene), el vestuario, la iluminación, los colores, las texturas, los volúmenes, la música, los sonidos, los silencios, la palabra, el ritmo (como resultante del juego de intensidades diferentes), etc.

7. Nada es gratuito en la puesta en escena. Todo elemento incorporado, incluido en este particular universo creado por el Director, se relaciona de alguna manera con todos los demás elementos seleccionados y debe integrarse en un todo estético y expresivo.

8. Todo elemento expresivo integrado a la puesta en escena perderá su indeterminación para transformarse en un objeto único e imprescindible. Dejará de ser "una silla" para convertirse en "la silla". Cada uno significa y significa a los demás, y es a su vez significado por todos en su conjunto y por cada uno de los elementos con los que se relaciona. Para eso están allí, para que además de su utilidad práctica, cuenten la historia que estamos contando.

9. "La silla" en la que el actor está sentado en escena, no es una silla más que encontramos por ahí. "La silla" tendrá que responder a la época en la que ocurre la acción y corresponder a la escala social del personaje, etc., es decir, estará significando, estará contando la misma historia.

10. Ni siquiera es aconsejable su reemplazo por otra de la misma especie, si no es a través de la propuesta del escenógrafo, la aprobación del Director y el conocimiento del elenco. Esto que puede aparecer a primera vista una exageración, presenta, además de su valor ritual, algunas cuestiones prácticas elementales. Una nueva silla quizás no esté equilibrada en sus patas como la anterior o tenga algún clavo un tanto salido, etc., que pueda modificar o entorpecer la acción del actor. Debe estar aprobada y probada para pasar a ser ella también "la silla" y reemplazar a la anterior, tan parecida a la actual, pero diferente.

11. Será por fin el actor, materia esencial del hecho teatral, quien a través de su acción re significará a todos y a cada uno de los elementos expresivos integrados a la puesta en escena.

(1) "El director...se transforma en una suerte de ordenador mágico, un maestro de ceremonias sagradas. La materia sobre la que trabaja, los temas que hace palpitar, pertenecen a los dioses, no a él." Antonin Artaud. "Cartas a Jean Luis Barrault", Editorial Siglo Veinte, Buenos Aires.

LA CONDUCCIÓN DEL ACTOR

PRIMERA PARTE

1. El actor es la materia viviente del teatro, el elemento material expresivo por excelencia; y a un tiempo, el actor es un artista, un creador que modela sobre sí mismo el objeto final de su creación: el personaje.

2. Al íntimo y a la vez público acto de comunicación entre el actor y el espectador, a esos momentos de intensidad, de vida potenciada, los denominamos teatro. Y no hace falta nada más, sólo el actor "en situación de representación" (al decir de J. C. Gené) y el espectador, configuran por sí solos el acto teatral. Actor y espectador, a través de su efectiva y particular manera de relacionarse, son el teatro.

3. Con esta materia, sensible y expuesta, será con la que tendrá que vérselas el Director para lograr su objetivo. De este vínculo tan especial - siempre en el límite, en permanente estado de crisis, en donde el amor y el odio se alternarán en tiempos sucesivos e incluso convivirán en forma simultánea - surgirá o no la creación. (1)

4. Será responsabilidad del Director crear las condiciones necesarias y suficientes para que este vínculo funcione adecuadamente, determinando un clima de trabajo, en donde las posibilidades de intercambio y de búsqueda, sean propicias. Nada mejor que una atmósfera de intensidad creativa, en la cual el estímulo esté siempre presente, en donde el actor sienta el respaldo necesario para mostrar lo mejor y lo peor de sí mismo, sabiendo que no será cuestionado, sino entendido y alentado. Es preciso crear un vínculo intenso de intimidad entre los actores y el director durante el proceso de ensayo. (2)

      Muchas veces en el teatro para niños cargamos con la inexperiencia de los actores que hacen sus primeros trabajos. Es bastante habitual que quienes comienzan crean más fácil hacer teatro para niños y se vuelquen a esta actividad sin ningún conocimiento previo. Deberá el Director asumir también el rol de maestro y guía a efectos de llevar a buen término su trabajo de puesta en escena, otorgando los conocimientos necesarios e incluyendo una disciplina de trabajo basada en el compromiso artístico.

5. La conducción del actor en el proceso de puesta en escena es el punto clave, la llave que permitirá abrir puertas, destrabar dificultades y avanzar consecuentemente en búsqueda de los objetivos trazados. La realidad escénica se encarnará en el cuerpo de los actores; es la tarea del Director lograr que esto sea posible. La puesta en escena vive, está presente en el cuerpo del actor.

6. El actor está desprotegido, expuesto, sensibilizado, lanzado a una tarea en la que pone en juego todo su ser, su intimidad, sus procesos más secretos y más íntimos, desnudándose una y otra vez en procura de obtener esa vida escénica de insondable intensidad. Es el Director quien deberá contener este proceso del actor, deberá ser su "posibilitador".

      En una alterada puesta en escena de "Cyrano de Bergerac", Norma Aleandro tuvo que hacerse cargo de la dirección de la obra a mitad del proceso, con un elenco con poca confianza en sí mismo, debido a los problemas que acarreaba de la dirección anterior. En una de las escenas, un actor debía entrar borracho a avisar a Cyrano sobre los peligros que corría. Esta escena había sido modificada por el director anterior, quien le había sacado la borrachera al personaje porque afirmaba que al actor no le salía. En el primer ensayo, Norma detuvo la pasada de la obra y pidió que el personaje entrara de acuerdo a lo que marcaba el libro, es decir, borracho. El actor, con su autoestima en franco descenso, entre patas, sufría, en tanto que todo el elenco estaba expectante. Haciendo fuerza de su flaqueza, el actor salió con toda energía jugando la escena hasta el final. Inmediatamente Norma saltó al escenario, abrazando al actor, afirmó no haber visto nunca una borrachera tan bien jugada. No podemos saber si era cierta la aseveración, pero a partir de allí, Norma se transformó en "posibilitadora", no sólo para el actor, sino para todo el elenco. El estado de ánimo general había cambiado.

7. Cuando el actor está en el escenario en su proceso de búsqueda, es el protagonista del acto creativo; en tanto que el Director será el espectador privilegiado, quien, desde la platea, seguirá atento el devenir de sus actores. Los actores "actuarán" para este espectador, único público durante los ensayos. El Director será entonces un espectador con poder, quien podrá decir que sí o que no a las propuestas del actor.

   Es interesante ver que cuando los actores ensayan alguna escena solos, sin la presencia del Director o en su caso del asistente de dirección, la tensión e intensidad del trabajo se resiente por más buena voluntad que aquellos pongan en su tarea. Va a ser la mirada de este espectador privilegiado la que logre modificar, incentivar e impulsar el proceso creativo del actor.

8. El Director será "posibilitador", guía y último nivel de decisión. Estará presente en todos y cada uno de los momentos del devenir del actor en la afanosa búsqueda de las acciones que conformarán su personaje, acompañando, presionando, alentando, descubriendo, mostrando, aclarando, insistiendo, etc.; en definitiva, conteniendo el trabajo del actor, devolviéndole en cada caso aquello que éste precisa para poder desarrollar su tarea.

9. Desde el comienzo de los ensayos, el Director irá desarrollando un vínculo personal, intenso y singular, con cada uno de los actores, debiendo "multiplicarse" para que nadie - por más pequeño que pueda ser su papel - se sienta marginado o excluido, con la impresión de que lo suyo es poco importante o carente de significación. Muchas veces el Director, abrumado por el volumen y la diversidad de su tarea, pierde de vista la importancia que reviste para el actor la atención que él le dispensa a su trabajo, y fundamentalmente, a las dificultades que se le presentan.

10. El Director deberá asumir con plenitud las funciones que le corresponden como coordinador grupal: a los vínculos que establezca con todo el elenco y su grupo de colaboradores, deberá sumar la atención sobre los vínculos que éstos vayan creando entre sí. No está demás recordar que este recorrido de búsqueda y creación coloca a todos los integrantes, incluido el Director, en un estado especial de sensibilidad y de necesidad de contención.  

  

11. El delicado equilibrio que requiere esta tarea integral que realiza el Director, entre su rol de conductor y su condición de artista, pondrá de manifiesto a cada paso su idoneidad y su grado de capacitación para asumir esta responsabilidad: llevar a su equipo por el mejor camino, a fin de concretar el objetivo propuesto.

(1) "Para el director del espectáculo, cada comediante es un nuevo caso. Esto le impone conocer bien a cada uno de sus intérpretes; conocer su trabajo, es cierto, pero más todavía su persona, hasta el umbral mismo donde comienza su vida íntima. Y quizás fuera necesario franquearlo." Jean Vilar, "De la tradición teatral", Ediciones Leviatán, Buenos Aires, p.30.

(2) "Y a medida que van pasando los años, estoy cada vez más convencido de lo importante que es para los actores, que son recelosos e hipersensibles por naturaleza, saber que están totalmente protegidos por el silencio, la intimidad y el secreto... He comprobado que la presencia de una sola persona en algún rincón oscuro a mis espaldas es una distracción continua y una fuente de tensión". Peter Brook, "La Puerta Abierta, ..."., p. 116.

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