martes, 27 de abril de 2010

Contratapa diario Crítica de Argentina

CONTRATAPA DIARIO CRÍTICA DE ARGENTINA
El Papa debería ser procesado
26.04.2010
Richard Dawkins.
Biólogo Evolutivo. http://www.sindioses.org/sociedad/papaprocesado.html
La pederastia no es exclusiva de la Iglesia Católica Romana, y Joseph
Ratzinger no es uno de esos sacerdotes que violaron a monaguillos abusando
de una posición de dominio y confianza. Pero, como tantas veces, es el
subsiguiente encubrimiento, incluso más que los delitos originales, lo que
deshonra una institución, y ahí el Papa está en un buen lío.
El papa Benedicto XVI es el jefe de la institución en su conjunto, pero no
se puede culpar al jefe actual de lo que se hizo antes de que él asumiera el
cargo. Salvo que, en este caso particular, como arzobispo de Múnich y como
cardenal, Ratzinger, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe (lo
que antes se llamaba Inquisición), lo mínimo que se puede decir es que hay
un asunto por el cual debe responder. El último cuerpo del delito es la
carta de 1985, facilitada por Associated Press (AP), firmada por el entonces
cardenal Ratzinger, dirigida a la diócesis de Oakland en relación con el
caso del padre Stephen Kiesle. Dando palos de ciego de pura desesperación,
los portavoces de la Iglesia están ahora echándole la culpa de su grave
situación a todo el mundo menos a sí mismos, situación que uno de los
portavoces oficiales compara con los peores aspectos del antisemitismo (y yo
me pregunto, ¿cuáles son los mejores aspectos?). Entre los presuntos
culpables figuran los medios de comunicación, los judíos e incluso Satanás.
La Iglesia se está pertrechando detrás de un río de excusas aparentemente
inagotable por haber faltado a su obligación legal y moral de comunicar unos
delitos graves a las correspondientes autoridades civiles. Pero es la
responsabilidad oficial del cardenal Ratzinger a la hora de determinar la
respuesta de la Iglesia frente a las acusaciones de pederastia, así como su
carta en el caso de Kiesle, lo que dejar ver, de forma explícita, la
auténtica motivación. Éstas son sus palabras literales, traducidas del latín
en el informe de AP:
"Este tribunal si bien considera muy significativos en este caso los
argumentos presentados a favor de la dispensa, no obstante cree necesario
tener en cuenta el bien de la Iglesia universal junto al del demandante, y
tampoco es capaz de minimizar el daño que la concesión de la dispensa puede
provocar en la comunidad de los fieles de Cristo, sobre todo teniendo en
cuenta la temprana edad del demandante."
Con "la temprana edad del demandante" se refiere a Kiesle, quien entonces
tenía 38 años, no a la edad de los chicos a los que ató y violó (11 y 13
años). Queda muy claro que, junto al guiño a la protección del "joven"
sacerdote, la primera preocupación de Ratzinger, y la razón por la cual se
negó a apartar del sacerdocio a Kiesle -quien siguió cometiendo delitos-,
era "el bien de la Iglesia universal". Esta costumbre de poner la imagen
pública de la Iglesia por encima del bien de los niños que están bajo su
protección -y ésta es una forma muy suave de expresarlo- se repite una y
otra vez en los casos de encubrimiento que están saliendo a la luz en todo
el mundo. Y el propio Ratzinger lo expresó con claridad fulminante en esta
carta que es un cuerpo del delito. En este caso, estaba negando la
encarecida petición del obispo local de que se apartara del sacerdocio a
Kiesle. Según el reglamento del Vaticano, de estos casos no debía informarse
a las autoridades civiles sino a la propia Iglesia. La actual campaña en el
sentido de pedir cuentas a la Iglesia es el motivo por el que acaban de
cambiar este reglamento, a fecha de 12 de abril de 2010. Más vale tarde que
nunca, como habría dicho Galileo en 1979, cuando el Vaticano finalmente se
decidió a presentar sus disculpas de manera póstuma. Supongamos que el
ministro de Educación británico recibiera de una autoridad municipal de
Educación un informe digno de crédito sobre un profesor que ata y viola a
sus alumnos. Supongamos que en lugar de comunicarlo a la policía simplemente
traslada al delincuente a otro colegio donde éste siguiera violando niños.
Eso ya sería gordo. Pero ahora imaginemos que justificase su decisión en
términos como éstos:
"Si bien considero muy significativos en este caso los argumentos
presentados a favor del procesamiento, no obstante creo necesario tener en
cuenta el bien del gobierno junto al del profesor que ha cometido los actos,
y tampoco soy capaz de minimizar el daño que el procesamiento puede provocar
entre los votantes, sobre todo teniendo en cuenta la temprana edad del
demandante".
En lo que falla la analogía es que no estamos hablando de un cura que ha
cometido delitos sino de muchos miles de curas en todo el mundo. ¿Por qué se
le permite a la Iglesia que se salga con éstas, cuando cualquier ministro a
quien se pillase escribiendo una carta de este tipo tendría que dimitir
inmediamente y de forma ignominiosa, y ser a su vez procesado? Un líder
religioso como el Papa no debería ser diferente. Ésta es la razón por la
cual, junto a Christopher Hitchens, apoyo la investigación de Geoffrey
Robertson, QC y Mark Stephens. Estos excelentes abogados piensan que, para
empezar, hay razones de peso para poner en duda el estatus del Vaticano como
Estado soberano, basándose en que aquello no fue más que una ocurrencia ad
hoc motivada por la política interior italiana bajo Mussolini y que la ONU
nunca le ha concedido un estatus pleno. Si tienen éxito con este argumento
inicial, el Papa no podría acogerse a la inmunidad diplomática como jefe de
Estado y podría ser detenido al pisar suelo británico.
¿Por qué debería alguien sorprenderse, menos aun escandalizarse, cuando
Christopher Hitchens y yo abogamos por que se procese al Papa si sigue
adelante con su visita prevista al Reino Unido? Lo único extraño de nuestra
propuesta es que tuviera que venir de nosotros: ¿Dónde han estado los
gobiernos del mundo todo este tiempo? ¿Dónde está su fibra moral? ¿Dónde
está su compromiso con la justicia universal, la ley que es igual para
todos? El gobierno del Reino Unido en lugar de ponerse del lado de las
víctimas inocentes de la Iglesia católica está preparándose para darle la
bienvenida a este hombre grotescamente mancillado en su visita oficial a
nuestro país para que pueda "proporcionarnos una guía moral". Léase de
nuevo: "Proporcionarnos una guía moral".
Debería ser un tribunal, un tribunal civil y no un tribunal eclesiástico
encubridor, el que decidiera si el caso contra Ratzinger es tan grave como
parece. Si es inocente, démosle la oportunidad de demostrarlo ante los
tribunales. Si es culpable, que se enfrente a la Justicia. Como cualquier
otra persona.

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