domingo, 11 de abril de 2010

Festival Internacional de Ushuaia

FESTIVAL INTERNACIONAL DE USHUAIA

Los dos bicentenarios

Festival Internacional de Ushuaia. A los festejos por nuestros doscientos años se suman los homenajes al gran Chopin. Se lució, entre otros, el pianista argentino Valentín Surif.

Por: Sandra de la Fuente

Ushuaia. Enviada especial

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SPHERA ANTIQVA CON LA SOLISTA PALOMA FRIEDHOFF BELLO, PUNTO ALTO DEL FESTIVAL.

Definitivamente, el formato camarístico es el que mejor le sienta al Festival de Ushuaia. Como parte de los homenajes por el bicentenario que el festival celebra en esta edición, el pianista Valentín Surif realizó el lunes un exquisito recital sobre compositores argentinos. Surif suma a su notable conocimiento de las obras un vínculo muy estrecho con algunos de estos autores. Grabó la obra completa de Williams para el reconocido sello Naxos, recorre el mundo con el repertorio argentino y está cargado de anécdotas personales sobre los compositores que interpreta.

Esa relación se escucha vívida en la precisa y conmovedora versión de la Cuarta Sonata de Roberto García Morillo, una obra de 1959 cargada de resonancias bartokianas que Surif interpretó con obsesivo cuidado por el tratamiento de los diferentes planos.

La agrupación española de música barroca Sphera Antiqva fue otro gran acierto en esta programación de homenajes por el bicentenario. Más cerca de la liberadora sonoridad de Il Giardino Armonico que de la solemnidad dogmática que suele caracterizar a los intérpretes historicistas, la pequeña orquesta integrada por Javier Illan Ortiz y Pablo Gutiérrez Ruiz (violines), Alejandro Revenga Marías (chelo), Miguel Rincón Rodríguez (tiorba y guitarra barroca), Daniel Moragues Garay (percusión), Silvia Serrano Jiménez (contrabajo) y la soprano Paloma Friedhoff Bello, musicalizaron, con tanta pasión como exactitud, una aventura transoceánica, de España a América. El Capriccio sopra la Ciacona de Giovanni Granata -por tiorba y un chelo de afinación perfecta en el que se asomaba un expresivo e imprescindible vibrato- fue uno de los puntos culminantes del concierto.

La noche del miércoles introdujo el otro gran bicentenario, el de Chopin. El pianista croata Goran Filipec -ya un miembro honorario de este festival- interpretó el Concierto N° 1 junto con la Filarmónica de Ushuaia dirigida por Jorge Uliarte. Filipec es hábil y sutil, aunque en esta presentación su personalidad quedó un poco velada; tal vez presionado por la orquesta, le faltó flexibilidad en el manejo de los tiempos y color. La orquesta, por su parte, no termina de encontrar su temperamento. En la obertura de Tannhäuser, que abrió la noche, la articulación de los metales se oyó un poco librada a su propia suerte, mientras el motivo de Venus, encarnado por las cuerdas, sonó deshilachado.

Con el mismo ánimo que en el Tanhäuser wagneriano los dos primeros movimientos de la Cuarta Sinfonía de Chaicovski, sonaron dispersos y desbalanceados, aunque los dos últimos, el scherzo y el allegro final, recuperaron la vitalidad hasta arrancar un justo aplauso. En el homenaje que Italia rindió a la Argentina el jueves por la noche se estrenó Teatro Armonico Spirituale, suite extraída de una obra inédita del compositor barroco Giovanni Francesco Anerio. El italiano Luca Garbini estuvo a cargo de la dirección desde un piano electrónico, adquisición reciente del Festival. Como en la primera noche, el Coro Polifónico de Ushuaia, institución amateur creada por el Festival y preparada durante el año por Pablo Dzodan, brilló en las exigidas partes a doble coro frente a un menos convincente cuarteto de solistas italiano.«

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